miércoles, 16 de febrero de 2011

Tanta lucha… y todavía hay trabajadores en situación de esclavitud [1]


En los últimos tiempos las noticias han mostrado una realidad que no debería existir en el siglo XXI, la presencia de trabajadores sometidos a un sistema esclavista. No es casual que esto se haya dado en grandes establecimientos rurales donde algunos de sus propietarios fueron los que se movilizaron, cortando rutas durante muchos días, en contra de la “125”. Pero lo más contradictorio, es que alguno además forma parte del poder legislativo, diputados elegidos para la defensa de los ciudadanos de sus provincias (o de su propia economía), esto se da tanto en la zona rural como en la zona urbana.

Haciendo historia…

La organización Internacional del trabajo (OIT) fue creada en 1919 a partir de las luchas del Movimiento Obrero y de la preocupación de muchos ciudadanos de diferentes países por mejorar las condiciones laborales y promover la justicia social, es decir “humanizar el trabajo”. A partir de estas luchas se lograron conquistas como las ocho horas laborales, leyes para prevenir los riesgos de accidentes, y los factores que podían alterar la salud de los trabajadores. Pero estas conquistas no llegaron en forma uniforme a todos los países, por ejemplo en aquellos donde las crisis económicas que se suscitaron en diferentes momentos del siglo XX produjeron un desmejoramiento de la situación del trabajador, con precariedad del empleo y aumento del trabajo informal, más acentuadas en los países no desarrollados.

A mediados de la década del 70 la OIT, con la adhesión de las organizaciones obreras formuló el Programa Internacional del Mejoramiento y las Condiciones Ambientales del Trabajo (PIACT) en base a tres principios: el trabajo debe respetar la vida y la salud de los trabajadores, dejar tiempo suficiente para el descanso y el esparcimiento y lograr su autorrealización mediante el desarrollo de su capacidad personal.

En América Latina, debido a largos períodos dictatoriales, estos principios tardaron en ser considerados y cuando lo fueron, se hicieron parcialmente. En 1976 cuando es destituida la presidenta Isabel Perón, por un golpe de estado cívico-militar, que anula desde la Constitución hasta negar todas las leyes orientadas a los trabajadores, tales como la de Contrato de Trabajo, la del Estatuto del peón rural. Desde ese momento se reducen todos los beneficios obtenidos por años de lucha y se implementan las políticas neoliberales, resulta ser un período de fragmentación, segmentación, segregación, exclusión de la mayoría de los ciudadanos. La desaparición del Estado y el enfriamiento de la economía, con la propuesta del “derrame”, acumulan y concentran los beneficios en manos de grandes empresas extranjeras y algunas nacionales.

Este período se prolonga hasta fines del 2001 y el 2002, momento en el que se produce la crisis de convertibilidad. A partir del año 2003 en nuestro país la situación del trabajo y de los trabajadores y trabajadoras, ha mejorado en forma sustancial. Aunque todavía hay nostálgicos de otros períodos que, en connivencia con gremialistas amarillos, son cómplices de que haya trabajadores no registrados, pero lo más grave en la Argentina del Bicentenario, es que hagan oídos sordos a la existencia del esclavismo. Así es el doble discurso y la perversión de muchos empresarios que, por un lado tienen trabajadores explotados y esclavizados que les garantizan mayores ganancias y por otro crean fundaciones para disminuir la pobreza mundial.


[1] Noemí S. Olivera