lunes, 12 de noviembre de 2012

LA LEY DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL Y EL PODER DE ENUNCIACIÓN [1]

                 La lucha actual por la aplicación de la Ley Medios de Comunicación Audiovisual invoca un momento histórico en el que se están redefiniendo las relaciones de poder, también, a partir de la reformulación de las lógicas de enunciación y comunicación en un contexto de extrema agresión neoliberal.

                  Pareciera ser que cuando mayor es la nitidez con que se presentan los hechos reales, tanto mayor son los límites que imponen a los intentos para desconocerlos o desvirtuarlos. Lo cual saca de quicio a quienes han venido hegemonizando arbitrariamente el relato y el trazo configurativo de la realidad. Durante décadas las estructuras mediáticas monopólicas han logrado encapsular la subjetividad de los argentinos, entre otras cosas, invisibilizando y anulando las diferencias. Hoy esas estructuras muestran grietas y fisuras constituyendo verdaderas líneas de fuga por donde se logran colar los nuevos dispositivos de enunciación de los discursos colectivos. Tratan de impedirlo pero lo hacen con la  misma torpeza de toda estructura en decadencia que ha dejado de sintonizar con lo que en realidad acontece.

                 El movimiento político-social, que se vuelve a expresar en la Argentina, es el espacio en el que se trata de resumir el conjunto de prácticas culturales, sociales, económicas y políticas de las mayorías populares y, por ello mismo, aquilata formas de producción y distribución de significados y de discursos. Por lo tanto, desde el interior de este movimiento se re-territorializa, en parte importante, el espacio de enunciación como respuesta al necesario fortalecimiento- compartir y capitalizar experiencias- de las practicas que desarrolla tendiendo a generar originales dispositivos de enunciación colectivos a ser agenciados por los medios de comunicación. El viejo régimen de enunciación y comunicación confronta con esta contingencia poniendo en evidencia que el remplazo del fusil por la retorica absurda se termina.

            En los movimientos político-sociales no todo es organización, en buena medida responden a la lógica del acontecimiento. Por ello son inasibles e incontrolables volviéndose temibles para la derecha conservadora, pero para otros son los instrumentos por excelencia para la transformación y fuente de esperanza y ventura colectiva.

            Si podemos identificar y reconocer el régimen de enunciación y comunicación que ha venido operando, incluso en la generación de prestigios adscríptivos, para servir a las visiones excluyentes del imperio, de las corporaciones económicas y de las dirigencias locales serviles, al mismo tiempo podremos identificar que alrededor de  la lucha por la aplicación de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual existe un gran esfuerzo mancomunado de todos los argentinos que tienen como meta la conquista del bien común, de una  mayor igualdad y de más derechos.

             Dicho de otro modo, si podemos reconocer la existencia de una racionalidad de agenciamiento comunicativo de una época política y social que esta dejando de ser, también podemos distinguir el actual momento como un momento constituyente de una nueva racionalidad enunciativa y comunicativa. Este proceso comunicativo constituyente y su consiguiente articulación y mediación con el espacio enunciativo re-territorializado viene a configurar e inaugurar, fácticamente al igual que todos los conocidos, otro modelo de agenciamiento comunicacional que lleva en su génesis la impronta liberadora de la subjetividad.

             Además, este proceso es abierto porque si de lo que se trata es de democratizar los medios de comunicación para escuchar la pluralidad de voces, ello nos llevará en poco tiempo a la necesidad de reformular la figura, vinculo y atributos clásicos de las relaciones sujeto-objeto del poder, del conocimiento, de la investigación y del discurso, reinstalando en ellos la proximidad y el compromiso protagónico que la mayoría de la población requiera.



            En definitiva, es también parte de la lucha en que los argentinos nos vamos desprendiendo de esa democracia formal para unos pocos, aproximándonos a una democracia real y plural, aún, cuando sea tildada de dictadura. Condición, además, para que el Proyecto de Desarrollo Inclusivo avance con la consistencia que otorgan los consensos más amplios posibles.  

[1] Jesús Serna