Hace semanas en los primeros días de marzo hubo
situaciones trágicas, inundaciones, con pérdidas humanas y materiales, tanto en
la Ciudad Autónoma como en La Plata. Dos lugares de suma importancia política,
económica y territorial.
A pesar de que aún persiste y persistirá por mucho
tiempo el dolor de la tragedia, es a partir de las reacciones de nuestros
representes ante estas y otras situaciones que hemos vivido, que surge la
necesidad de analizar aspectos de los modelos de representación política.
Estos se configuran como un
proceso de conexión entre gobernados y gobernantes, entre sociedad y poder.
Se plantea que existen dos tipos
de representaciones políticas en las sociedades contemporáneas: la
representación liberal- individualista y la representación social-orgánica.
Ines Pousadela, Lic. en Ciencias
Políticas de la UBA, en su libro “Que se vayan todos”, habla de dos
procesos diferentes en las representaciones políticas, pero ambos tiene en
común el cambio y son la “crisis
de representación” y de la “metamorfosis
de la representación política”.
La crisis de representación está asociada a la
ruptura, cambios sorpresivos, algo abrupto y repentino.
Mientras que la metamorfosis de representación
es un proceso natural de evolución, lo nuevo surge a partir de lo viejo. Llevando
a cambios en las formas de la constitución de identidades políticas, las
relaciones entre los líderes y partidos con la ciudadanía.
En el caso de la política, se
considera lo viejo a la “democracia de partidos” y lo nuevo “la democracia de
lo público o de audiencia”.
El politólogo francés Bernard
Manin plantea este transito como cambios que se fueron dando en la sociedad, que
se proyectan en lo político. Pero a pesar de las modificaciones se mantienen
presentes los principios de la representación:
-
la elección,
-
la autonomía de los
representantes,
-
la libertad de opinión pública
-
y la deliberación
Lo viejo, la democracia de
partidos, surge a fines del siglo XIX con la aparición de los primeros partidos
de masas. La Unión, que luego sería la Unión Cívica Radical, con L.N. Alem e Hipólito
Irigoyen, el Partido Socialista, recordemos que A. Palacios fue elegido primer
diputado socialista por la Boca, los conservadores.
A partir de esta etapa de fines del siglo IXX y
comienzos del XX, hasta la actualidad se fueron dando transformaciones que a
grandes rasgos son:
(i) el debilitamiento de las organizaciones partidarias,
(ii) el surgimiento de canales alternativos de
participación, como las redes sociales. Los
consejos comunales, es decir formas de participación política cuyo formato es
diferente a la de los partidos políticos, pero cuyas acciones influyen en dar a
conocer necesidades de la sociedad.
(iii)
La explosión de los
medios masivos de comunicación que convergieron en el cambio de funciones
y modalidades organizativas de los partidos. Estos
posibilitan a que los candidatos se den a conocer sin depender de
la mediación de la militancia, a través de la imagen y a veces con apelaciones
vagas, que se prestan a diferentes interpretaciones.
Recordemos cuando Menem comentaba:
“si decía lo que iba hacer (las políticas
neoliberales impuestas por el consenso de Washington”) no me iban a votar.
Los medios de comunicación influyen
no sólo en la opinión pública, sino también sobre la fijación de la agenda, los
temas sobre los que se debe pensar, y a veces omitiendo u ocultando los temas sobre
los que no se debe pensar.
El sociólogo francés Pierre
Bourdieu plantaba que:
La
noticia es transformada en entretenimiento y la información en espectáculo, transformado el homo sapiens en homo videns, sujeto que ve imágenes, estímulos
concretos y rápidos, pero no da la posibilidad de pensar ideas abstractas.
Algo que se ha ido incluyendo
como otro cambio.
Desde hace unos años son las encuestas de opinión. Con respecto a estas hay posturas disímiles, por un lado
quienes están a favor, indican que la ciudadanía puede opinar sobre temas
políticamente relevantes, otros manifiestan que es un instrumento de manipulación,
sobre todo en las encuestas preelectorales (recordemos las utilizadas por
asesores de Macri para desacreditar la candidatura de Daniel Filmus).
También es una forma de acceder a
muchos ciudadanos, que en el pasado se materializaba a través de las
manifestaciones políticas, o en la vida interna de los partidos políticos.
Hay que tener en cuenta que en
1983, con el inicio de este periodo democrático, con la asunción de Raúl
Alfonsín a la presidencia, se dieron las últimas elecciones de la democracia de partidos, donde la campaña
política se hizo con movilizaciones multitudinarias, salíamos de un período de
dictadura, se presentaban a elecciones dos grandes partidos de masas el
Justicialista y el Radical.
Las grandes movilizaciones fueron
transformándose durante las campañas electorales posteriores, en caravanas o
caminatas por localidades.
Ahora la comunicación política y
los nuevos actores -encuestadores, consultores, periodistas- se disputan la
autoridad de hablar en nombre del pueblo y entran en competencia con los políticos
y partidos.
Este proceso de metamorfosis de
representación política, se alterna con períodos de crisis, una de ellas fue la
grave crisis general de diciembre de 2001, con la caída de un gobierno, el de
Fernando de la Rua y posteriormente 5 presidentes en un periodo corto que llevó
a una gran des-credibilidad de lo político, y la participación popular, materializada
a través de los cacerolazos, las asambleas barriales, el movimiento de
piqueteros.
Pero, en la actualidad, el país
vive un resurgimiento de la vida política y al mismo tiempo, convive con
un importante nivel de desestructuración de los partidos, quedando de lo
viejo, la representación liberal-individualista
y volviendo a la representación social-orgánica.
Esto es parte de los procesos que
atraviesa no sólo Argentina sino también la Patria Grande.
[1] Noemí S. Olivera