lunes, 9 de mayo de 2011

Reflexión a la muerte de Osama Bin Laden [1]

Ante la muerte de Osama Bin Laden cabe preguntarse ¿qué mentes cavernícolas pueden celebrar un aliento apagado por una muerte inflingida a un ser humano?; ¿quién puede demostrar alegría por segar una vida, aunque haya derribado unas inmensas torres repletas de gente y sembrado el terror por la faz de la tierra?. Nadie tiene el derecho de gozar con una muerte aunque sea la causa de muchas tragedias y, menos aún, en franca actitud vengativa. Ese satisfacción, además de éticamente escasa y censurable, es contraria a la naturaleza del hombre.- Los seres humanos ni siquiera somos dueños de nuestras propias vidas, menos de las ajenas y si en verdad hay situaciones en los que sea necesario recurrir a tal extremo para salvaguardar la vida de otro u otros, ello jamás debiera dar pábulo al júbilo.

Si hay en el mundo una mente enferma de fanatismo que con su poder genera daños a otros seres humanos, ello no deja de ser, en alguna medida, un fracaso de nuestra civilización sin duda alentada por venganzas por doquier estimuladas por otras mentes igualmente pequeñas.- Pero no todo, ni siempre, es revancha o represalia, también están allí presentes los intereses económicos que se debaten en el medio para poder sustentar, en beneficio de pocos, un sistema a escala global.- La violencia es la razón de las bestias y por lo tanto está en manos de los tiranos, ni de los terroristas más sanguinarios para imponer sus ideas; salir de la espiral de la violencia, cualquiera que sea su móvil u escenario, es uno de los mayores retos humanos.

Pienso que toda vida es sagrada, también la de Bin Laden y no hay razón alguna para poder justificar su muerte, menos cuando quienes lo fueron a buscar disponían de toda la tecnología para evitarla y detenerlo vivo para juzgarlo, la única justificación de la muerte hubiese sido que él mismo dispusiese de su propia humanidad.- De allí que el festejo de otros hombres en distintas naciones, televisando el jolgorio al mundo entero, no sólo repugna el sentido común sino que agranda la brecha entre las civilizaciones.- Las explicaciones de Obama, cual moderno remedo de Pilatos, hablándole a los familiares de las víctimas del 11 de septiembre cuando les dijo que se había “hecho justicia” demuestra una vez más la invalidez del Premio Nobel ¿de la Paz? que le regalaran, así como la perversidad del mensaje que deja a quienes participen de la idea:-“La muerte, señores, sigue siendo para los imperios una forma de hacer justicia dos mil once años después de la muerte de Jesús”.- No caben dudas que la palabra justicia queda muy grande en la boca de este diminuto ser humano y nadie en el mundo se merece “justicias” de estos calibres.-

Es absurdo pensar que un todopoderoso maneja esta suerte de reloj que fija la hora en que debe disponer de la vida de un persona como Bin Laden o de las vidas de tantos pueblos del mundo invadidos por EE.UU. actuando como imperio, que se jacta de serlo, cual mente superior impoluta, con la simple excusa que debe asegurar la no contaminación de ideas contrarias al capitalismo que predican.- Esta suerte de imparable y alienada “justicia” no puede asegurar ninguna convivencia en la tierra y, seguro y lamentablemente, dará origen a nuevas “venganzas”.

Sólo será válido y cabrá el festejo universal cuando haya caído la última bomba, cuando las armas no sean disparadas contra otros seres humanos, cuando podamos superar el paradigma de la confrontación entre la vida y la muerte y sustituirlo por el del debate de ideas donde nunca nadie pierde lo más valioso que tiene y lo identifica.- Por suerte una gran mayoría del pueblo argentino ha entendido que lo opuesto a la venganza es la búsqueda de la verdad y la justicia para combatir el terrorismo de estado. En este marco la juventud argentina se ha volcado a la participación en el debate de las ideas, aún a pesar de que lamentablemente quedan aún algunos dinosaurios de la política que siguen proponiendo y ejerciendo métodos violentos para combatir el delito y al mismo proyecto de liberación nacional que hoy encarna el Gobierno nacional.- Esperamos que el pueblo a la hora de votar haga tronar el pacífico escarmiento borrando del escenario público a estos verdaderos mensajeros de la violencia.-

[1] Ricardo V. CHELI




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