Los Mártires Trabajadores (De izquierda a derecha) George Engel, Samuel Fielden, Adolph Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebe y August Spies.
José Martí, corresponsal en Chicago del periódico La Nación de Buenos Aires (Argentina) relata la ejecución de la siguiente forma:
"...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable..."
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La hoz y el martillo no son simplemente símbolos "comunistas", también representan el hastío y la indignación revolucionaria de un pueblo obrero, campesino y trabajador que se alza por sobre la tiranía de una oligarquía decadente y explotadora, llámese zarista en la Rusia de principios del siglo XX, o capitalista en el Chicago de 1886...
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