Sobrevuela en los aires de libertad de América el espíritu de Mujeres que sucumbieron en la defensa de sus tierras, que lucharon contra la usurpación y el despojo imperial, que pelearon por su derecho a la vida, por vivir en paz y en libertad.
Aquellas Mujeres, que a pesar de ser madres y esposas, rompieron la tradición patriarcal y con mucho heroísmo resistieron a la invasión bárbara europea de la América y en su propósito sublime perecieron con valor y dignidad.
Ana de Tarma, que a mitad del 1700, junto con un grupo de 52 mujeres guerrilleras al que comandaba, allá en el Río de la sal, derrotaron a los españoles.
Micaela Bastidas Puyuqahua, esposa de José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru II, precursora de la independencia Americana, generala, intuitiva, organizadora, conductora muerta por los españoles con el garrote vil, y Bartolina Sisa, jefa de un batallón de guerrilleros indígenas.
Gregoria Apaza, La Virreina, su acción al lado de las guerrilleras fue activa y fue muerta bajo torturas por los españoles.
Cecilia Túpac Amaru, se dedicó a organizar la despensa de víveres y el fondo económico que servirían para el sostenimiento de la revolución.
Rosa Campuzano, la protectora de la Independencia en Perú junto a San Martín. Juana Azurduy, máxima heroína de la Independencia Americana, su vida fue un verdadero ejemplo de entrega a la revolución y a la lucha por la libertad de sus semejantes.
Todas ellas son las voces que hoy nos dicen: “Por aquí, por aquí”.
¡¡¡Qué ocurrencia querer ser médicas!!!
¿Cómo habrán influido estos aires de libertad?… con convicción, con acción con compromiso de vida …. y a través de la tortura hasta la muerte de mujeres como Cecilia Grierson, Elvira Rawson y Julieta Lantieri; nuestras Cecilias , que se atrevieron a saltar las barreras de un mundo exclusivamente masculino en tiempos en que las mujeres debían quedarse en sus casas haciendo las tareas del hogar.
Pero ellas estaban dotadas por aquellas cualidades que distinguen a los seres transcendentes y las dificultades nunca las abatían, por el contrario, las estimulaban a luchar por lo que se habían propuesto cumplir, el ferviente anhelo de ayudar a los que sufren.
Toleraron el ridículo y el aislamiento, las descalificaciones, la discriminación y las críticas de los compañeros y profesores. Esto no inquietaba a nuestras Cecilias, avanzaban y llevaban adelante sus propuestas convergiendo sus caminos en la lucha a favor de mejorar la situación de las mujeres.
Cecilia fue durante varios años la única mujer de la Facultad, pero dio una prolongada batalla legal y logró sus objetivos para poder ejercer como ella decía: "hechos y no palabras".
Recordemos que a fines del siglo XIX y comienzos del XX las disposiciones de las leyes, sobre todo el código Civil chocaban contra el progreso y la necesidad de mejora de la situación de la mujer. Por consiguiente, este grupo de mujeres, junto a otras muchas, lucharon por el reconocimiento, centraron su atención en la búsqueda de la igualdad de oportunidades de género, tanto en el ámbito profesional, como el social y familiar.
¡Que mujeres osadas y atrevidas al pretender igualar los derechos de la mujer con los del hombre!
Estas mujeres buscaron la igualdad con el hombre y el primer acto fue la lucha por el voto. Es en el año 1919 cuando se presenta el primer proyecto de Ley en el Parlamento Nacional para otorgar el voto a las mujeres, mas tarde en el año 1921 se presenta otro proyecto para el otorgamiento del voto de la mujer, que tuvo la misma suerte que el anterior; no fue tratado, hubo iniciativas posteriores con el mismo destino. En 1928 el gobernador de la Provincia de San Juan, Federico Cantoni, otorgó el voto a las mujeres hasta que el 9 de septiembre de 1947 pudo sancionarse finalmente la ley 13.010 que establecía en su primer artículo:” Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos.”
El 23 de septiembre de ese mismo año Eva Perón, Evita, habla ante una multitud convocada por la CGT celebrando el voto femenino, en ese momento dijo: “Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos.” Y remarcó que se trataba de “… una victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional”.
Desde que estas primeras mujeres se propusieron enfrentar las leyes y costumbres de la época mucho camino ha recorrido el movimiento de mujeres con viejas y nuevas luchas; problemas viejos y nuevos... encarados cada vez con mayor energía, legitimidad y convicción para afirmar el derecho a la ciudadanía plena y a la participación en igualdad de condiciones, en todos los ámbitos.
Dijo Julieta Lentieri allá a comienzos de 1900:
Mujeres “Los derechos no se mendigan… se conquistan, ese es el espíritu que nos anima a continuar la lucha”.
(1) Noemí S. Olivera
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