viernes, 22 de julio de 2011

EL VALOR DE LAS PALABRAS Y LOS GESTOS


Por Carlos Girotti (*)

Podían no haber concurrido pero fueron. Daniel Filmus y Carlos Tomada, poniendo al desnudo la hipocresía de la lógica empresarial macrista -que se despliega en cotillones y forzados pasos de baile a modo de política- asistieron este martes a una reunión organizada, desde hacía dos semanas, por la Comisión de Desarrollo Tecnológico del Espacio Carta Abierta. Sí, leyó bien: Carta Abierta, el agrupamiento de intelectuales bautizado despectivamente con la letra K por los grandes medios y ahora, repentinamente, mostrados como hipercríticos por los mismos medios que en las vísperas los tildaban de obsecuentes y adocenados.

Ninguno de esos medios quiso destacar el gesto de Filmus y Tomada. No les convenía. Hubiera sido un despropósito hacerlo en medio de la gruesa campaña que han emprendido para demostrar que carece de sentido la realización de la segunda vuelta electoral en la Ciudad. Resaltar la presencia de Filmus y Tomada equivaldría a poner de manifiesto que, no obstante las críticas formuladas en la asamblea de Carta Abierta, allí estaban, con sus aciertos y errores a cuestas, dispuestos a ratificar sus razones y abrirse a un debate franco.

Como se ha dicho, podían haber eludido el compromiso, más aún sabiendo que cámaras y micrófonos los esperarían para usar hasta el hartazgo aquello que vieron como un filón: “los intelectuales K critican con dureza”. Sin embargo, y a pesar de que un repentino corte de la electricidad impidió que se realizara la reunión en la Biblioteca Nacional, ambos candidatos llegaron y permanecieron allí. Tampoco se conformaron con ese gesto. Daniel Filmus no dudó en acceder a la requisitoria periodística, dio su parecer sobre las opiniones de Carta Abierta y, además, subrayó: "Me parece bien que haya debate. Somos un movimiento amplio y plural. Carta Abierta no tiene nada que esconder". Luego, café de por medio, se reunió con varios de los integrantes del equipo de coordinación de Carta Abierta y, despojados de cualquier formalidad, como corresponde a quienes militan por una misma causa, unos y otros intercambiaron y debatieron sobre sus respectivos puntos de vista.

Claro, nada de esto debería ser extraordinario ni sorprendente. Pero lo es y, precisamente por ello, resultó  soterrado con prolijidad en las crónicas del día siguiente. Sí, se dijo que los candidatos del Frente para la Victoria habían estado con Carta Abierta, pero no el valor que su presencia entrañaba. En la determinación de Filmus y Tomada hay, por encima de cualquier otra consideración, un modelo de debate democrático que se da de bruces con el que Macri representa. Los subterfugios de éste último para eludir la polémica pública, los argumentos de Durán Barba para justificarlo, constituyen la prueba más contundente de la cobardía de Macri para afrontar un debate en el que, de antemano, se sabe perdedor. Sometido a confrontar ideas y propuestas, de cara a la ciudadanía, Macri no podría apelar a la banalización de la política, a los globos de colores y al clima de cumpleaños en un pelotero para contrarrestar los argumentos de gobierno de Daniel Filmus. Y esto, con ser suficiente para establecer una comparación entre ambos contrincantes, no lo es todo.

Daniel Filmus va hacia el encuentro con Carta Abierta siendo también, con ese gesto, portador de un modelo de ciudad antitético al que expresa Macri. La Buenos Aires que representa Filmus es la ciudad constituida y reconocible en los múltiples relatos y legados que la conforman; memoria e historia coaligadas en ese Encuentro por la Igualdad que se resume en el compromiso programático de los 10 Puntos. Es esa ciudad que se sabe parte del área metropolitana, que no ignora que las respuestas a sus desafíos y las soluciones a sus problemas de gran urbe van de la mano con la cooperación y la integración de esfuerzos con los populosos y multifacéticos distritos vecinos. Es la ciudad dispuesta a la aceptación de la diversidad y acendradamente contraria a la discriminación, la marginalidad y el ocultamiento de quienes siempre han sido condenados por diferentes, o por pobres, o por carecer de trabajo. También la ciudad que expresa Filmus es la que demanda un gobierno autónomo pero no autista, un gobierno consubstanciado con los ciudadanos y promotor y garante de la participación de éstos en los destinos de la cosa pública; un gobierno de la ciudad, para ella, pero de cara a la nación y no como un bunker para enfrentar a ésta.

Nada de esto ha sido puesto en evidencia en las crónicas de ayer, como no lo fue aquel sábado inmediatamente posterior a las elecciones legislativas de 2009. Ese día, una semana después de que los titulares de los grandes medios se solazaran con la insistencia de un Néstor Kirchner destruido, arrasado por los resultados electorales, el expresidente se presentó, sin aviso previo, en la asamblea que Carta Abierta estaba realizando en las gradas del Parque Lezama. Era su primera aparición pública tras los comicios y ninguno de los grandes medios quiso ni pudo ver en ese gesto la profunda significación de su alcance. Néstor Kirchner había decidido ir al espacio intelectual que lo apoyaba sin dobleces y sin pedirle nada a cambio; al mismo espacio que, sin temor, le había manifestado asambleariamente sus críticas ante la posibilidad de un alianza electoral con Rico y que, además, había puesto por escrito esas críticas. Había, en aquella determinación de Kirchner, una indisimulada y contagiosa voluntad de encaminarse, una vez más, hacia la construcción de la victoria.

Es altamente improbable que esos mismos medios admitan que la visita de Daniel Filmus a Carta Abierta tenga la misma significación que aquella que hiciera Néstor Kirchner en 2009. Pero la tiene, porque es en esa clase de actitudes donde la victoria comienza a tener la encarnadura de una epopeya.-

(*) Sociólogo, Conicet. 20 de julio de 2011. ARTÍCULO PARA BAE

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