28 de octubre de 2009 [1]
El neoliberalismo, especialmente desde Martinez de Hoz para acá logró la desintegración del aparato productivo y con ello destrozó el tejido social que existía en nuestro país, destruyendo la solidaridad y la contención de todos por el conjunto social.
Desde hace un tiempo asistimos a la RECONSTRUCCIÓN de algunas de esas características.
Sin embargo los que llevaron adelante esas políticas de desintegración nacional, hoy, ensayan la CRISPACIÓN de la sociedad, con sus discursos beligerantes, como método de volver atrás los pequeños avances.
Los intentos de redistribución de la riqueza nacional que permitieran reintegrar a la mayoría de los argentinos fueron histéricamente resistidos por el sector de las corporaciones, que ya sin argumentos, pretenden volver o mantenernos en un sistema de injusticia social que ha empezado a desintegrarse en todo el mundo.
Los sectores económicos que exprimieron al pais durante todos estos años, ayudados por un “clase política” o ejecutores bien remunerados para llevar adelante las tácticas políticas definidas por los directorios de esas empresas, hoy comienzan a quedar en descubierto –como sus empleados- y recurren a diferentes acciones destituyentes, que hemos y seguiremos denunciando.
La “Plata dulce” y la cultura del consumidor bobo engañaron a muchos pero la lucha desesperada del pueblo argentino durante estos avances nefastos del neoliberalismo, dio como resultado la construcción desde abajo, lenta pero con mucha solidez, de diferentes movimientos sociales de resistencia.
Movimientos de DDHH primero, y muy variadas expresiones sociales luego, fueron naciendo para recuperar el bienestar perdido, o para desarrollar la resistencia a los intentos de restauración conservadora.
Ante esta resistencia, lo primero que hicieron fue tratar de invisibilizar a los millones de personas que quedaban sin trabajo, desentenderse de ellos. Si esto no daba resultado la táctica fue estigmatizarlos, vagos, drogadictos, pobres, para mas fácilmente ilegalizarlos.
Les suena conocido??. Macri eligió al Fino Palacios para eso, o Gerardo Morales le echó la culpa de un escrache a la Tpac Amaru, acusándolos de drogadictos y corruptos. Estos talvez hayan sido los casos más grotescos.
La desmesura irresponsable con la que lanzan acusaciones, en épocas no muy lejanas sirvió para justificar la acción de la maquinaria represiva, fácil instrumento al que recurren cuando la razón se acaba.
Es esta la democracia que practican y nos ofrecen para poder regresar a la “alegría de los niños ricos” que nos inculcó Menem.
[1] Ing. Raúl Gallo
Muy Buen artículo compañeros.
ResponderEliminarSaludos.